Todos en alguna ocasión hemos escuchado en referencia a alguna enfermedad "para la curación es fundamental querer curarse para curarse". Lo que forma parte del campo teórico (todos sabemos que eso es así) se complica cuando es uno el afectado. Mantener la cabeza alta, el ánimo arriba y la sonrisa en la cara es fácil cuando se está ante la gente, aparentando, pero ¿qué ocurre en esos momentos de soledad, cuando nadie nos mira y somos realmente nosotros mismos?
En estos casos, no es tan importante "parecer" como "ser". No se trata de parecer positivo y feliz ante los demás, sino serlo ante uno mismo. Date cuenta que las enfermedades, tu psique, no entiende ni le importa cuándo hay gente y cuándo no; lo que sí entiende es cuándo estás fingiendo y cuándo lo estás sintiendo de verdad.
Te proponemos un ejercicio para ayudarte a ver los problemas con otros ojos. Todos los días, al mirarte al espejo en tu aseo diario, piensa en vivir ese día intensamente, como si fuera el último. Regálate una sonrisa, siéntete feliz y dichoso, elige la mejor disposición para afrontar tu día. Así un día, y otro, y otro... Llega un momento en que cuando uno hace las cosas inicialmente forzadas, poco a poco se van convirtiendo en cotidianas y completándonos. Prueba. Es fácil. Grita "sí" y pospón el "no". Sonríe. Ríe.
Sé feliz.
Y cuando tengas momentos de decaimiento (los tendrás, eres humano), siempre podrás recurrir a ayuda profesional que te aportará esa dosis de consuelo necesaria. Consúltanos.
Un abrazo fuerte y toda la fuerza del mundo.
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